Los primeros rastros humanos en la zona de que se tiene constancia datan del neolítico (Edad del Bronce), como atestiguan diversos utensilios hallados en cuevas y valles de la amplía serranía de la comarca que también nos ofrece pinturas rupestres, menhires, dólmenes y grabados en roca o petroglifos.

El relieve montañoso de la zona conforma un paisaje agreste que sorprende al visitante por el contraste existente con otras zonas de Extremadura. Sus sinuosos valles son surcados por multitud de riachuelos y arroyos de cristalinas aguas, destacando de entre todos ellos el conocido como "Río de los Ángeles" que recorre la zona más occidental de la comarca y da lugar a bellos saltos de agua, pozas naturales y embalses de abastecimiento de agua. Varios arroyos de menor caudal vierten sus aguas a dicho río, generalmente por el margen izquierdo, formando a su vez otros saltos y piscinas naturales que hacen las delicias del visitante.

La arquitectura tradicional es la llamada arquitectura "negra", de pizarra negra, que es el principal elemento constructivo de la zona, tanto en fachadas como en interiores o tejados. El uso de la madera era muy reducido así como los grandes ventanales que son sustituidos por pequeñas oquedades o tragaluces. Las estancias son de dimensiones reducidas con corrales en la planta baja, que albergaban el ganado doméstico.